Fiordos del Este de Islandia: qué ver en una ruta de 1 día

Los Fiordos del Este de Islandia combinan encantadores pueblos con la brutal naturaleza de la isla. Cabañas, iglesias de madera, lagos y cascadas unidos por espectaculares recorridos por carretera.

Te cuento qué ver y hacer en una ruta por los Fiordos del Este de Islandia.

• La pesca del arenque hizo de Seydisfjordur la ciudad más importante del este de la isla, atrayendo comerciantes procedentes de Noruega que trasladaron sus típicas casas de madera y se asentaron en la localidad. Actualmente, su principal fuente de ingresos es el turismo y la artesanía, consolidándose como punto de interés cultural.
• Según lo que nos contó un gaditano afincado en Djupivogur, en esta pequeña localidad costera conviven decenas de nacionalidades atraídas por el trabajo de temporada en turismo y hostelería.
• Cuenta la leyenda que las aguas de Logurinn acogen a una monstruosa serpiente llamada Lagarfljótsormurinn. Mencionada por primera vez en el año 1345, se dice que verla es de mal augurio.
• Con 128 metros de caída, Hengifoss es la segunda cascada más alta de Islandia.

La jornada anterior por el Sureste de la isla terminó en Djupivogur. Durante el viaje de 8 días en furgoneta por Islandia procuramos al final de cada día ir avanzando hacia el siguiente durmiendo en lugares intermedios. Así, Djupivogur nos quedaba estratégicamente situado entre el suroeste y el este del país.

No dedicamos mucho tiempo a recorrer este pequeño pueblo pesquero porque el frío que hacía nos dejó en un estado de shock, así que solo acertamos a acercarnos a un restaurante a cenar caliente.

De todas maneras, parece que todo se concentra en la zona del puerto y que la visita es más bien breve.

Sin saberlo, cenamos en el restaurante del hotel que a su vez es dueño del camping, así que pagamos allí la noche de acampada y nos evitamos esperar la mañana siguiente a que pasasen por la parcela a cobrar. Te dejo el enlace a la entrada en la que hablo sobre los campings en Islandia con información de interés sobre su funcionamiento.

Cenamos caliente, rico y relativamente barato teniendo en cuenta los precios que se manejan en el país. Además, uno de los camareros que trabaja allí es gaditano, así que tuvimos una amena charla con él sobre cómo estaban viviendo la temporada de turismo en plena pandemia por coronavirus.

El restaurante es el del Hotel Framtid, situado en la zona del puerto y a pocos minutos andando del camping.

Empezamos el día 4 del viaje visitando Seydisfjordur. Algo más de 2 horas en coche separan Djupivogur del enclave más importante del este de la isla. Además de la pesca de arenque y de la reciente apertura a la artesanía, gran parte de la relevancia la obtiene por ser enlace marítimo con Dinamarca.

Las vistas durante el recorrido por carretera son alucinantes, de las mejores del país.

Salpicada por las típicas cabañas de estilo noruego que se implantaron en el país a principios del siglo XX, Seydisfjordur cede terreno a la cultura habiéndose convertido en lugar de referencia para artistas.

Esta población tiene una visita breve, pero bonita.

Son varios los restaurantes en los que poder parar a comer y, al contrario que en otras localidades, se respira cierto ambiente en las calles, lo que la convierte en un buen alto en el camio.

Comenzamos a orillas del lago, desde donde tomamos perspectiva del centro.

Un buen ejemplo de que Seydisfjordur es actualmente lugar para artistas es la Rainbow Street.

Esta original calle, centro cultural del municipio, se ha convertido en los últimos años en lugar de peregrinaje para amantes de la fotografía y para el curioseo en general.

Y es que, cierto es que el arcoiris que conduce a la pequeña iglesia azul tiene algo especial.

Con o sin arcoiris, la pequeña iglesia celeste de Seydisfjordur es una atracción en sí misma.

Coqueta por fuera y por dentro, merece una visita.

Después de comer cordero en uno de los restaurantes del centro, continuamos la jornada hacia el oeste, dirección a Egilsstadir.

La cascada de vapor. En nuestra ruta por Islandia no contábamos con este salto de agua, literalmente nos la encontramos a pocos minutos de llegar a Seydisfjordur.

Puedes bajar a los pies de la cascada y hay un merendero que la convierte en un alto en el camino sin igual.

Al igual que con Gufufoss, fue toda una sorpresa encontrarnos esta maravilla en el camino.

Situado en la carretera entre Seydisfjordur y Egilsstadir, este lago ofrece unas vistas increíbles con efecto espejo.

Hay una pequeña zona para aparcar un par de minutos y salir a sacar unas fotos.

Leyendas terroríficas aparte, este lago nos dejó indiferentes. Cierto es que es agradable como vista si andas por esa ruta, pero también lo es que, en el país de los paisajes, se queda bastante corto.

La verdad es que no habíamos consultado cómo llegar a Hengifoss, así que nos encontramos con lo que bautizamos como el “kilómetro vertical”.

El calor que hacía ese día combinado con el factor sorpresa de un “trekking”, hizo que lo viviésemos como un auténtico Vía Crucis, así que voy a darte datos para ser objetiva:

• Desde el parking, 2.7 km hasta Hengifoss (Litlanesfoss está de camino)
• 314 metros de desnivel
• Aproximadamente 1 hora de subida

Como puedes ver no es nada como para morirse más allá de que algunas cuestas son bastante empinadas, pero nos pilló por sorpresa y se nos hizo bola la subida. Además, a Josu le dio lo que creemos que fue un corte de digestión, así que la leyenda del kilómetro vertical está bien alimentada.

Aún con todo, mereció la pena el recorrido.

Para llegar al inicio de la ruta hacia estas cascadas basta con cruzar el puente situado en el suroeste del lago. Encontrarás un parking gratuito y, frente a este, el inicio de la subida.

La primera cascada en el camino es la de Litlanesfoss.

Apenas treinta minutos después, la imponente Hengifoss.

Terminamos la jornada y continuamos camino hacia la siguiente parada: el Norte de Islandia.

• No olvides el agua y la protección solar, ¡hazme caso!
• Un calzado cómodo y adecuado es fundamental, vas a pisar todo tipo de terrenos.
• En esta zona el viento sopla con especial intensidad, tenlo en cuenta a la hora de elegir la ropa que ponerte: la sensación térmica puede ser baja.

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