Isla Pinzón: nadando entre tintoreras, pingüinos y tortugas

En tu viaje a las Galápagos, no dejes de visitar la isla Pinzón. Este islote situado al oeste de Santa Cruz, es el lugar perfecto para la práctica de buceo, tanto de superficie como de profundidad. Contemplar aquí la vida marina se vuelve tan adictivo, que no querrás poner un pie en tierra.

• ¿Isla Pinzón o Isla Duncan? En castellano, recibe el nombre en homenaje a los hermanos Pinzón, que acompañaron a Colón en su primer viaje. En inglés, es el almirante Adam Duncan quien le da el nombre.
• Es una de las muchas islas deshabitadas del archipiélago y solo se puede acceder a ella en tours organizados con licencias gubernamentales.
• Eventualmente, el gobierno concede permisos a personal científico para su desembarco.

Visto que en el León Dormido no tuvimos mucha suerte con el snorkel, encarábamos este tour con algo de escepticismo. Sabíamos que las posibilidades de ver esa fauna que tanto nos apetecía eran muchas. Pero también sabíamos que aquí todo es cuestión de suerte y que cabía la posibilidad de volver a puerto “con las manos vacías.”

El día anterior a la salida hablamos con una pareja que nos enseñó entusiasmada los vídeos que habían grabado en Pinzón. Nos pusieron los dientes tan largos, que esa noche solo podíamos cruzar los dedos esperando tener la misma fortuna.

No nos cansamos de decirlo. Este tipo de actividades tienen una demanda muy alta y puede ser que, por esperar más de la cuenta, te quedes en tierra.

El primer día en Puerto Ayora, reservamos el tour a Pinzón en Discovery Galapagos Travel Agency (Av. Baltra).

La reserva incluía el equipo (sin shorty) y el almuerzo (con opción vegetariana). Además, la visita a Playa la Fe y a la cara opuesta de Pinzón, con paradas para snorkel en ambas. Nos costó 110$ por persona.

La embarcación no era tan cómoda ni estaba tan equipada como las demás en las que fuimos. Y no creas que las otras eran yates precisamente.

Llegamos a la agencia a las 7:30 de la mañana. Nos dijeron que teníamos que ir a otro local donde nos estaría esperado el guía. Al llegar allí había por lo menos 30 personas aguardando para otras salidas. Nuestro caso no era el único; mucha gente preguntaba qué hacíamos ahí y a qué estábamos esperando.

Creemos que estas cosas pueden entrar dentro de lo normal y que, en un momento dado, juntar grupos con otra operadora amiga es una opción cuando no hay gente suficiente para llenar las plazas. También creemos que dar una pequeña explicación nunca está de más.

A eso de las 8:15 salimos 6 personas más el guía y el capitán en dirección al puerto .

La primera parada fue en la playa La Fe. Desembarcamos y nos pusimos el equipo para hacer un snorkel de una media hora. Apenas cubría el agua y nos impulsábamos con las rocas para avanzar; fue algo diferente y disfrutón.

Ya en la arena, nos andentramos unos metros hacia el interior para buscar iguanas y ver la vegetación.

La parada duró más o menos una hora.

Dejamos Playa La Fe y tomamos rumbo a Pinzón.

Pasados unos 20 minutos, habíamos llegado a destino.

Antes de saltar al agua, el guía nos dio la últimas instrucciones y nos habló de la fauna que podríamos ver. El día anterior una familia de delfines había andado por la zona, aunque parece que en esa época era algo fuera de lo habitual.

También nos comentó que, con mucha, mucha suerte, podríamos ver pingüinos de galápagos.

Con las expectativas por las nubes, saltamos al agua.

Si hay alguien que nunca puede faltar, son los lobos marinos. Nos habían contado, así a modo de curiosidad, que las batallas que libran los machos adultos para dominar su zona deben ser casi épicas. Una vez al mando, no aguantan mucho en el cargo: apenas comen o duermen ya que pasan el día en estado de alerta. Demasiado trabajo como para sostenerlo más de una semana.

Cuando los veas en las zonas de playa amontonados, pasando unos por encima de otros y bufándose, te dará la sensación de que viven en el absoluto caos, pero nada más lejos de la realidad. Se organizan en familias de unos 30 miembros y cada quien conoce su papel.

En el agua disfrutarás mucho viéndoles hacer piruetas y jugar a perseguirse. Querrán hacer todo esto contigo; no sabemos si son conscientes de que no podemos y nos lo restriegan por la cara, o si guardan la esperanza de que puedas jugar con ellos a esas velocidades.

Otro dato por si no te habías enamorado ya sin remedio de estos animales, es que utilizan las estrellas de mar como juguetes; los más pequeños juegan a esconderlas para que otros las encuentren.

Bastante más desapercibidas pasan las tortugas marinas. Quedan camufladas entre las rocas, donde aprovechan a comer. Esta subespecie endémica de tortuga verde, se encuentra en peligro de extinción: las redes de pesca, el aumento de la población humana en las islas y las especies introducidas, la sitúan en una posición muy vulnerable.

El momento álgido llegó con las tintoreras, también conocidas como tiburón de punta blanca. Las habíamos visto, en tamaños mucho más pequeños, desde los muelles de Puerto Baquerizo y Puerto Ayora. Pero encontrártelas en el agua, con tamaños cercanos a los 2 metros, es otra cosa.

Es fácil verlas: durante el día descansan en grietas, cuevas o recodos, casi siempre en aguas superficiales.

Muestran curiosidad por las personas y pueden acercarse a ver “quién hay ahí”. No temas, no atacan ni se muestran agresivas.

Es cierto que pueden imponer por la asimilación que hacemos con otras especies, yo misma dejé de respirar cuando una me pasó por debajo, pero no hay motivo para que cunda el pánico.

La sorpresa del día la dieron un par de pingüinos de galápagos, o pájaros bobos.

Como decíamos más arriba, verlos es cuestión de suerte. Además de la rapidez con la que se mueven, hay que tener en cuenta que son más bien pequeños, así que presta atención a todo lo que se mueva.

Una de las primeras preguntas que nos surgieron cuando preparábamos el viaje al archipiélago, fue por qué había pingüinos ahí si el clima en la zona es subtropical. La respuesta está en las corrientes marinas, concretamente en la corriente Humboldt, que enfría el agua y la hace habitable para estos animales.

Paramos la embarcación en la otra cara de la isla para comer y hacer un último snorkel antes de volver a puerto. Estuvimos cerca de una hora flotando por allí y fue una de las experiencias con peces tropicales más increíble que habíamos tenido.

Sabíamos que los animales en Galápagos no temen a las personas y lo estábamos comprobando día a día. Lo que no imaginamos es que los bancos de peces tampoco nos iban a temer y, mucho menos, que podríamos nadar entre ellos como un pez más.

Las masas formadas por los bancos de peces cirujano eran enormes, no habíamos visto nada igual hasta la fecha.

Con los dedos arrugados y con el subidón en el cuerpo de haber vivido un día alucinante, volvimos a Puerto Ayora más felices que dos perdices.

• Es importante que te acojas a las reglas de visita del Parque Nacional y Reserva Marina de Galápagos. No olvides que se trata de una zona especialmente protegida y que su supervivencia también depende de ti.
• Consulta en varias operadoras antes de tomar la decisión y busca opiniones en Internet.
• Si tienes días suficientes, espera a las ofertas de última hora; te puedes ahorrar algo de dinero.